jueves, 22 de abril de 2010

Rogelio Buendía Abreu, insigne novelista











El insigne novelista Rogelio Buendía Abreu
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A distancia de casi setenta años de su muerte, Rogelio Buendía Abreu, aparece como una de las figuras más importantes de la novelística española de su tiempo. No logró en vida el triunfo material. Ni siquiera su sueño de ver publicadas todas sus obras, uno de cuyos manuscritos, titulado “Los niños y los pájaros”, se ha perdido en el viento de las décadas. Pero, la publicación reciente de varias de sus obras, por parte de la Diputación Provincial, ha iluminado nuevamente su personalidad literaria.


En el año en que nació Rogelio, España sentía sobre sus valles tropel de caballos y agudo sonar de cornetas militares. Está próxima la batalla de Alcolea que exiliará a Isabel II y traerá una nueva dinastía a nuestro país y, dos años más tarde, la I República.
En estos días románticos y revolucionarios, exactamente el 27 de noviembre de 1867, nace en Ayamonte Rogelio Buendía Abreu, hijo de Juan Buendía Hernández, marinero, y Juana Abreu Márquez, que habían contraído matrimonio en la iglesia de la Concepción el 3 de junio de 1859 (1), siendo los padres del contrayente Juan Buendía y Manuela Hernández, y los de la contrayente, Joaquín Abreu (natural de Villanueva) y Rita Márquez, natural de Alcalá.
Rogelio fue el quinto vástago de la familia. El primogénito era Francisco de Paula, nacido en Huelva el 7 de abril de 1860 (2), al que seguían, José, nacido en Huelva el 15 de marzo de 1861 (3), Aurelio, nacido en Huelva el 13 de noviembre de 1863 (4) y Rafael, nacido en Huelva el 3 de mayo de 1866 (5).
Advertimos que los vaivenes de la diosa Fortuna llevaron al matrimonio a fijar su residencia en Ayamonte que es donde vio la luz primera, Rogelio.
Hubo en la niñez de Rogelio continuos toques de felicidad. Con muy corta edad, advierte que Ayamonte es el ensueño de un poeta árabe y se siente atraído por el río que casi toca con las manos. El ambiente de su casa es idílico: Sus padres mantienen una hermosa armonía, plena de cariño y comprensión. El recuerdo de estos años quedarán plasmados en su obra “Entre mar y cielo”, novela de costumbres marítimas
A los ocho años sus padres regresan a Huelva (6), en la que continúa los estudios primarios y secundarios. Aquella liliputiense ciudad marinera se convertirá para él en fuente de perenne inspiración a la que dedicará lo mejor de sus pulsaciones literarias. En su casa hay libros, muchos libros, que el niño y adolescente Rogelio lee infatigablemente. Posiblemente constituiría su única formación entre los ocho o nueve y trece o catorce años
Paseos muy cercanos a la belleza del río Tinto, charlas con sus amigos, fantasías y convencimiento de que Dios le procurará de comer. Cerca de él estaba, sin embargo, el sentido de la realidad. Quieren los padres que el muchacho comience a trabajar para ir fogueándose en la vida comercial y le surge un empleo en la Bodega “La Victoria”, denominada así por ocupar parte del edificio y solar donde se elevaba el antiguo Convento de la Victoria, que había sufrido un serio revés tras la Desamortización de Mendizábal. Después, entra como aprendiz en el Bazar del Sr. García Ramos, a la sazón alcalde de nuestra ciudad. Las jornadas son largas, trece o catorce horas. No obstante, su espíritu adolescente siente una apasionada curiosidad por todas las cosas, sobre todo hacia la Literatura y la Historia. La exquisitez de alma hace que Rogelio sueñe en voz alta: Reuniré las pesetas necesarias para abrir una librería.
No sabemos las cuitas económicas de Rogelio Buendía en estos años. No obstante, la documentación existente nos va a permitir tener sobre ellas unos leves conocimientos. Así, a través del documento “Préstamo e Hipoteca”, otorgado el día 19 de mayo de 1893, ante Antonio Díaz Fragoso (7), merced al cual Vicente Álvarez Cruz le entrega mil quinientas pesetas “en billetes del Banco de España”, suponemos que pudo instalar un pequeño negocio de venta de libros en la calle Botica –actual vía Alcalde Mora Claros, añadimos nosotros-. Posiblemente, porque no reuniese el local los requisitos adecuados que exigía su especialidad comercial, al poco tiempo se trasladó a otro que se situaba en la calle Concepción, frente a la parroquia. Y, en noviembre de 1895, consiguió pasarse a la misma calle, número 21, en el que estuvo hasta 1935, fecha en la que deja la actividad comercial, siendo ocupado su local por la papelería “Diario de Huelva”, que se mantuvo en él hasta bien entrado los años ochenta del siglo pasado.
Es posible que la venta de una vivienda a José Barrero Vilariño, mediante documentación otorgada el 7 de abril de 1894, ante el notario Juan Cádiz Serrano (Folio, número 488, número 221), situada en la carretera de Gibraleón (actual Avenida de Alemania), número 5, le ayudase económicamente a adquirir el local, número 21, de la calle Concepción. En definitiva, sabemos que a mediados del año 1898 ya estaba el establecimiento bien asentado comercialmente en la bien nombrada calle Concepción, número 21, ya que mandó insertar un anuncio en la Revista “La Cruz Blanca”, número 43, fechada el día 3 de agosto del citado año que decía:

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En 1890, contrae matrimonio María Dolores Manzano Buendía, hija de Huelva, ciudad en la que había nacido en 1864. De esta unión, nacerán sus hijos: Rogelio Buendía Manzano (nacido el 14 de febrero de 1891), vate de altos vuelos literarios, que alcanzó la cima del Parnaso poético con su inmortal libro “El poema de mis sueños” y cuyo nombre, con el de su esposa María Luisa Muñoz de Buendía, están fijados con letras áureas en la República de las Letras choqueras; María de los Ángeles (1893), María Luisa (1895), Manuel (1896), que fuera prestigioso abogado y Luis (1908), excelente poeta fallecido prematuramente en Cádiz, donde cursaba tercer año de Medicina.
Tras el fallecimiento de su esposa, Rogelio Buendía Abreu contrajo segundas nupcias, en 1933, con Carmen Gallego, hija del que fuera arquitecto provincial, Trinidad Gallego, que dejara altas muestras de su capacidad artística en diversos edificios onubenses.
El matrimonio Buendía-Manzano residió, y allí nacieron todos sus hijos, en la calle Rábida, número 8, en una espaciosa vivienda. A través de la sesión municipal del día 27 de diciembre de 1907, conocemos que también era propietario de otra casa que, dada su ubicación, posiblemente tendría alquilada:

<<…Autorizar a don Rogelio Buendía Abreu para construir zócalos y jamba a limpio y reparar el pretil de su casa de la calle Gran Capitán previo pago de arbitrios…>>.

Una vez establecido, hace vida de café en el que se reúne con la crema intelectual de Huelva y tiene el hábito de sentarse en un rincón de su librería a plasmar sobre el papel sus anhelos y sus inquietudes. Así, a lo largo de años trabaja intensamente publicando en diarios (“Diario de Huelva”, sobre temas colombinos y poesías; “La Provincia”, sobre diversos temas; “El Defensor”…) y revistas cuentos, poesías y leyendas. Inolvidable es el cuento, titulado “El último lance (Cuento choquero)”, que vierte en “Diario de Huelva” en 1923.
Y no se limitaba sus colaboraciones a publicaciones locales, en las que firmaba sus escritos bajo el seudónimo de “Filipo”, ya que su calidad literaria es bien conocida en el resto del país y depositan su confianza en él. Así, en el diario “La Provincia” del lunes, 19 de junio de 1922, podemos leer:

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Pero la pluma casi nunca es bien pagada y por esta razón, su máximo cuidado es que su librería marche lo mejor posible.
Y aquel establecimiento favorecido por los poetas y grato a las musas, fue la meta a la que arribaban todos los intelectuales de la provincia. Allí acude Cecilio Romero, Adriano del Valle, Casto Pino, Diego Durán “Didacum”, todos los integrantes en profesiones liberales y los escolares. En este sentido, el historiador Diego Díaz Hierro contaba en el brevísimo bosquejo biográfico que publicó en “Odiel” el 22 de abril de 1961, en la celebración del Día del Libro:

<<…Muchas son las bellas remembranzas que tenemos de Rogelio Buendía Abreu como librero. Allí íbamos los escolares pendientes del tradicional obsequio de la estampita. Allí iban los valores artísticos de la ciudad para cambiar impresiones con el maestro y estar al tanto del movimiento literario. Todo irradiaba simpatía en aquel establecimiento donde la ancha sonrisa de Rogelio hasta la estantería repleta de novedades…>>.

De cualquier forma, más que un comerciante, Rogelio Buendía fue durante su vida un devorador de libros, un amante de la promoción cultural. En este aspecto, los onubenses cultos y los escritores de la Huelva de entonces debieron estar muy agradecidos a Rogelio Buendía por su apoyo incondicional. Conozcamos dos detalles que avalan este aserto. Así, en el diario “La Provincia” del lunes, 19 de abril de 1915 comentaba que el librero había creado y organizado una Exposición de libros:

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De la segunda muestra de altruismo por parte de Rogelio Buendía nos da cuenta la prensa local en los primeros días de junio de 1922:

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El día 9 de junio de 1922, aparecían en los periódicos locales los escolares premiados.
No todo lo que escribió Rogelio Buendía tuvo el desenlace final de la publicación. En este sentido, el propio autor decía:

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Entre las obras publicadas, dejando en un sitio de honor de cualquier estantería el poemario “Cancionero de amor” (1920), por Rogelio Buendía Abreu vamos a detenernos en tres de ellas: “Luz”, “La Casa Grande” y “La señorita”
La primera novela que vio la luz en la producción de Rogelio Buendía fue la titulada “Luz”, aparecida en los primeros meses de 1922. Es la novela de un poeta, de un hombre que ama profundamente a Huelva a la que exalta consciente de que ha estudiado sus bellezas y sus bondades y las describe primorosamente con su pluma galana.
Antonio de Salas opinaba así en las páginas de “El Defensor”:

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El éxito de “Luz” fue tan fulminante que se sacaron varias ediciones alcanzando todos los rincones literarios de España. Así, en el diario “El anunciador”, sin duda el de mayor circulación en el campo de Gibraltar se hacía hincapié a este triunfo del onubense:

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“La casa grande” (1924) es una novela en la que se realzan las costumbres del Andévalo. El director del diario “La Higuerita” de Isla Cristina criticaba la obra de la siguiente guisa:

<<…Por eso “La Casa Grande es una novela que habrá de venderse mucho, máxime habiendo su autor puesto en ella todos sus entusiasmos produciendo su lectura un singular sabor de las sanas almas del Andévalo…>>.

La portada de este libro, en la que se observa la vivienda típica de la Sierra, se debe al pintor J. Martín Estévez, natural de Villanueva de los Castillejos, que precisamente comenzó su andadura artística publicando en el simpático diario isleño.
Fue tal la calidad de esta obra que Jacinto Benavente le dirigía la siguiente carta al onubense:

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En 1928, publicó Rogelio Buendía su novela titulada “La señorita”, editada por la madrileña Editorial Páez.
En esta copiosa obra (tenía 375 páginas), anunciada como novela de costumbres serranas, el personaje central es un médico que apenas terminada la carrera se ve obligado a refugiarse en un pueblo muy pequeño, en el que todos son inconvenientes y en el que solamente hay una señorita (de ahí que la llamen “La Señorita”) de la que se enamora y lleva al altar.
El crítico del diario “El Defensor” tenía la siguiente opinión acerca de esta obra:

<<…La novela de Buendía Abreu es un canto a Aroche, “este pueblo privilegiado, único en la provincia por su dilatadísimo término”, y a la belleza imponderable de sus montañas, “cuyas cimas y flancos están salpicados de encinas centenarias y olivos milenarios besan amorosas las nubes, envolviéndolas en el velo impalpable de sus brumas, que se deshacen en plateadas hebras, apenas el sol paciente las acaricia con sus primeras lumbradas alegrando el inmenso paisaje y llenándolo todo con la música eterna e inimitable de su luz…>>.

Rogelio Buendía falleció en Huelva en la mañana del día 16 de agosto de 1941. El diario “Odiel”, al día siguiente, apenas da cuenta de su muerte, da la noticia en diez líneas, ni una más ni una menos:

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(1) Libro de matrimonio número 148. Anotación, número 34.
(2) Libro de nacimiento, número 163, folio 209.
(3) Libro de nacimiento, número 164, folio 73 vuelta. Anotación, número 104.
(4) Libro de nacimiento, número 165, folio 101, número 310.
(5) Libro de nacimiento, número 166, folio 81, número 249.
(6) Padrón Municipal de Huelva. Año 1930.
(7) Escritura e hipoteca a Rogelio Buendía Abreu de Vicente Álvarez Cruz,
otorgada en 19 de mayo de 1893, ante don Antonio Díaz Fragoso (F. 1074,
número 0,13 Don Vicente le entrega mil quinientas pesetas “en billetes del
Banco de España”.




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