martes, 16 de septiembre de 2008

Monumento a los Litri









Historia del conjunto escultórico a los “Litri”
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Desde el punto de vista de lo emocionalmente choquero, ofrece interés presentar a los amables lectores de estos trabajos de investigación la historia del conjunto escultórico a los “Litri”. Pero, antes buceemos en la Historia para tocar casi el fondo de la leyenda de la saga taurómaca más antigua del mundo, la de los “Litri”.


Comenzó esta dinastía sus pasos históricos (1) con el modesto quehacer taurino de Manuel Báez Aráuz “Mequi” (1830-1873) que toreó unas cuantas novilladas en Huelva y provincia. Su hijo, Miguel Báez Quintero (1869-1932) destacó en los años finales del siglo decimonónico e iniciales de la centuria XX, dejando su cartel de valiente y buen matador en las plazas de la Península, Francia y América. Le sucedió José Rodríguez Báez, “Litri II”, (1891-1958) su sobrino, infalible con la espada que en 1915 se marchó a América y nunca volvió de aquellas tierras hermanas. La bravura y el corazón de la cadena de los “Litri” la continuó Manuel Báez Fernández (1905-1926), que fue torero de emoción, de valentía temeraria, de bravura sin ejemplo, dominador del coraje y del músculo, que cayó en la lucha frente al “Extremeño”, toro del hierro de Guadalest, que con sus astas huidas obligó a Manolito a hacer un alto definitivo en su vida convertida en una vorágine de contratos, triunfos y sonrisas. El testigo de la saga lo tomó Miguel Báez Espuny, torero de valor y emoción que fue indiscutible figura en la clasificación nacional de toreros y que dejó como último eslabón de la cadena litrista a otro valiente, Miguel Báez Espínola.
Y era curioso que una dinastía que había llevado el nombre de Huelva por todo el mundo finalizando el siglo XX no tuviese un monumento que recordara a propios y extraños las proezas toreras que habían protagonizado los diversos “Litri”. Es bien cierto, que voces onubenses autorizadas (Pedro Muñoz (q.e.p.d), Antonio Fernández Jurado, Antonio José Martínez Navarro, en nombre de ADEPAH (Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico-Artístico de Huelva); Jesús Barrios, Paco Salgado y otros) habían solicitado el Monumento a los “Litri”, pero las hojas del calendario caían sin cesar sin que se llevase a cabo lo que aspiraba todo el pueblo huelvano.
Por fin, en el alba del año 2000, la Fundación “El Monte” (actual “Cajasol”), siempre preocupada con todo lo relacionado con las tradiciones y la cultura de Huelva, no dudó en mostrar su respaldo económico (que inicialmente fue de nueve millones de pesetas), finalizando íntegramente la estatuaria.
El convenio entre el Excmo. Ayuntamiento de Huelva y la citada entidad bancaria se firmó el viernes, 30 de marzo de 2001.
Ambas entidades depositaron su confianza en un escultor de imponderable vocación, que siendo muy joven ya había demostrado su prematuro talento y que vivía y vive inmerso en su estudio de Aracena, mostrando una concentración sobrehumana para llevar a cabo las numerosas obras que le encargan. Nos referimos a Alberto Germán Franco.
Unos meses de precisión, vigor y firmeza de ejecución, precisaron un conjunto escultórico al que le fijaron fecha de su inauguración: Se celebraría el día 19 de enero de 2002. El sitio designado para la elevación del grupo escultórico sería el de la Plaza de los “Litri”, tan cercana a la desaparecida casa en la que nacieron y vivieron tres toreros de esta dinastía y murió “Litri I” y que había languidecido en sus últimos años. Creemos que fue un acierto total del Ayuntamiento que presidía (y sigue presidiendo) don Pedro Rodríguez González.
El autor del diseño del monumento hizo que la escultura mirara hacia el Norte, de tal modo que se la encontraran y fuese vista por todos los que entraran en Huelva por la Avenida de Andalucía en su camino hacia el centro de la ciudad.
En la plaza de los “Litri” el sol, el ambiente, el bullicio del público asistente al acto, todo, cantaba a la vida aquel día histórico del 19 de enero de 2002 en el que quedaría inmortalizada para siempre la saga torera.
El momento de descubrir el conjunto escultórico, cubierto por la bandera de Huelva, fue emocionante, indescriptible. Y todos pudimos observar una taza en la que se apoya el conjunto. Sobre ésta se acopla un plinto octogonal de piedra y un pedestal también octogonal con un perímetro inferior al plinto que acoge los relieves escultóricos de un metro y noventa centímetros en el que se representan cada una de las generaciones de la saga. El grupo escultórico queda coronado con la figura de Miguel Báez Espuny, vestido de semidiós torero, con la flámula en una mano y en la otra la espada que tantos triunfos le dio. El escultor, Alberto Germán Franco, nos presenta la imagen con ausencia de todo escorzo, en la peculiar inmovilidad que presagiaba la preparación de lo que se convertiría en el inicio de un “litrazo”, ya esperado por los aficionados.
El conjunto escultórico alcanza los ocho metros de altura según el proyecto, de los que tres pertenecen a la estatua de bronce que representa a Miguel Báez Espuny “Litri”. Es, después de la Fe Descubridora de la Punta del Sebo o Cebo, el monumento más alto de nuestra ciudad.
Si el artista pretendía que la figura se integrara como netamente huelvana, consiguió su objetivo, ya que todos, amantes o no del arte de Cúchares, se han identificado con ella, han coincidido en calificarla como notabilísima obra artística. En definitiva, conjunto escultórico cuya precisión, vigor expresivo e intensidad realista y firmeza de ejecución lo eleva por encima de muchos de los artistas de su tiempo.

(1) “La dinastía de los “Litri”, obra de Antonio José Martínez Navarro.

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