jueves, 29 de octubre de 2009

General San Martín



El busto al general San Martín
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En la barriada de La Orden, próximo a la morada de Nuestra Señora de la Cinta, en cuyo interior destellea los fulgores de la fe de los huelvanos por su Santa Patrona, cuyos jardines y patio son delicias para el corazón y reposo para los ojos, y muy cerca de donde el Santuario se convierte en atalaya fiel donde Huelva se contempla en su propia hermosura, en definitiva, en la Glorieta de la Plata del simpático barrio de La Orden, se alza un monumento que nos trae los ecos de los dos últimos siglos de Historia y es un perfecto resumen de la Huelva hispanoamericana. Nos estamos refiriendo al busto donde está representado el general San Martín. Pero, ¿qué hechos habían catapultado a la historia a este militar? Traigamos a la Historia Menuda su breve bosquejo biográfico:


José de San Martín (1778-1850), nacido en el territorio argentino de Misiones, había marchado a España a los ocho años de edad, donde ingresó en el Seminario de Nobles de Madrid, y como cadete del Regimiento de Murcia actuó en Melilla, Orán y en la campaña del general Ricardos en el Rosellón (1793-1795). De guarnición en Cádiz, se incorporó al ejército de Castaños en 1808 y luchó en Bailén y más tarde en Albuera. En 1811 era teniente coronel y se había afiliado a la logia masónica de Lautaro; en viaje a Londres tomó contacto con Miranda y marchó luego a América para intervenir en la lucha por la independencia. Era conservador, de tendencias monárquicas, de carácter reservado, pero uno de los mejores militares de que dispuso la aristocracia criolla.
Si en el resto de España hubo altibajos, debido a las circunstancias imperantes tras la pérdida de las últimas colonias en 1898, en las relaciones con los países hermanos de América, nuestra ciudad, afortunadamente, no tuvo ni ha tenido interrupción en este afecto. Es más, se diría, que en los años inmediatos a la celebración del V Centenario se vivía un resurgimiento en el amor fraternal hacia los países americanos. Así, en la celebración colombina de 1986 había abierto su sede en nuestra ciudad el Instituto Sanmartiniano que fue quien donó esta estatua a Huelva y se esperaba con anhelo la magna celebración de 1992.
La fecha fijada para la inauguración del busto que perpetuaría la presencia del general San Martín en nuestra capital, fue fijada para el sábado 16 de agosto de 1986, a las doce y media de la mañana.
Y hacia aquel lugar sagrado para un nuevo nexo histórico con Argentina encaminaron sus pasos el alcalde de Huelva, José Antonio Marín Rite; el gobernador civil, Ruperto Infante, el embajador argentino en España, Hugo J. Gobbi y el cónsul del mismo país. Pero, cedámosle la pluma al hábil reportero del diario “Huelva Información” que comunicaba el acto a sus lectores con las siguientes palabras:

<<…La apertura del acto estuvo a cargo de José Antonio Marín Rite, quien hizo alusión a la necesidad de seguir trabajando por la dignidad y libertad de los pueblos hispanos. También el alcalde se refirió a la figura del general San Martín haciendo un paralelismo entre la vida del libertador argentino y los tradicionales cantes andaluces, denominados de ida y vuelta. San Martín, hijo de padres españoles, nació en Argentina y se educó en tierras españolas, concretamente en Cartagena. En nuestro país combatió en la Guerra de la Independencia, junto a las tropas liberales y contra los ejércitos napoleónicos. Posteriormente volvió a tierras hispanoamericanas para luchar por la independencia de su país de la metrópolis española. También Marín Rite resaltó el carácter liberal y humanista del general americano. Tras las palabras del alcalde de Huelva, el embajador de Argentina, Hugo Gobbi, también alabó la figura de San Martín, pronunciando una breve historia de la vida del héroe. Asimismo, resaltó la importancia de que Huelva contase con un busto del Libertador de Argentina como recuerdo y símbolo de hermandad de ambos países.
Una vez pronunciados los correspondientes discursos se procedió a la inauguración oficial de la estatua y, seguidamente, y por parte de la tripulación del buque escuela de la Armada argentina “Libertad”, desfiló frente al podium de las autoridades junto con marinos del “Nautilus”. Una vez terminado el acto oficial, el Ayuntamiento de Huelva ofreció un aperitivo en la Ciudad Deportiva a los oficiales del “Libertad”. También estuvieron presentes representantes de la Asociación de Vecinos de la Orden y las autoridades locales…>>.

Describamos el busto del ilustre militar: De la parte central de un basamento de escasa altura, se levanta otro, rectangular, en el que se va a apoyar una tercera pieza pétrea en cuyo frente, ocupándolo casi en su totalidad, queda fijada una placa con una leyenda que reza así:

“A la memoria del general don José de San Martín, emancipador de la Argentina, Chile y Perú y héroe de la Independencia española.
Este monumento se inauguró con la presencia del embajador de la Argentina don Hugo J. Gobbi y del alcalde de esta ciudad. Obra donada por el Instituto Español Sanmartiniano.
Huelva 16 – Agosto – 1986”.

Sobre este tercer pedestal, se apoya el busto del general San Martín, una obra, sin duda, ungida de gran dignidad artística.
Observamos que el escultor decidió ejecutar reflejos fáciles del personaje representado, como son la vestimenta militar en la que ostenta sobre sus hombros, con la misma intimidación cual si se tratase de una vara de mando, los entorchados de general en jefe, y el artista, ahondando en el estudio de la faz del héroe, aprovecha las ennoblecidas cualidades de José San Martín para conseguir un rostro que denota la recia personalidad que tuvo el bravo militar. El escultor expresó, en definitiva, en sus labras los ideales de libertad que siempre anidaron en el corazón del héroe de nuestra guerra contra el francés y que, en definitiva, es una muestra más de las fraternarles relaciones de nuestra capital con Hispanoamérica. .

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jueves, 13 de agosto de 2009

Mr Adam




El monumento a Mr. Adam
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En los jardines delanteros de la Casa Colón, a unos metros apenas de la entrada principal del citado edificio, se alza un monumento que nos trae el eco de una de las señas de identidad huelvana que se remonta a ciento veinte años atrás y es un perfecto resumen del reconocimiento que Huelva le debe a la actuación de los británicos en nuestra ciudad, el Monumento a Mr. Adam. Y se sitúa en este punto que le permite mirar la encrucijada de avenidas (Alameda Sundheim, Avenida de Italia y de Martín Alonso Pinzón) y una plaza postinera como es la del Punto, después de un tira y afloja en el que, como buenos choqueros, todos pretendían llevar la razón encaminada al bien de su patria chica. Así, algunos pretendían que el monumento se alzara en las inmediaciones del nuevo Estadio Colombino y otros, entre ellos nuestro buen amigo Antonio La O, opinaban que el punto donde se levanta era y es el mejor, ya que -argumentaban- en este emplazamiento no se podría penetrar en la Casa Colón o pasear por sus inmediaciones sin recordar a Mr. Adam, el primer presidente que tuvo el Recreativo de Huelva y, por extensión, el fútbol español, mientras que delante del nuevo coliseo deportivo sólo adquiría protagonismo los días que hubiese partido. En definitiva, que está ubicado en su sitio ideal.



Resulta paradójico que el primer monumento que se levantó en nuestra ciudad (en honor de don Antonio de Mora y Claros) datase de mediados de los años veinte y que, en la actualidad, en un radio de aproximadamente doscientos metros tengamos siete (Monumento al Fútbol, Monumento en honor a la hermana ciudad de Cádiz, Monumento a los Cantes, el inminente Monumento a la Virgen del Rocío, el que nos ocupa, Sor Ángela de la Cruz y un pequeño monolito en honor del que fuera gran cantaor onubense, Paco Isidro).
La idea partió de Antonio La O quien lo estuvo hablando, hace seis u ocho años, con el historiador Martínez Navarro, y, a su vez, fue comentado por ambos al presidente de este Club, Francisco Mendoza, quien lo solicitó al Cabildo huelvano que vio la idea como muy buena y depositó su confianza en Elías Rodríguez Picón, escultor, hijo de Rociana del Condado, coronado con el stephanus o corona de laurel en diversas ocasiones (Primera Exposición en el Museo Provincial de Huelva en 1999; Primera Exposición Monográfica en la Casa Colón en 2003 y Académico de Ciencias, Artes y Letras de Huelva en 2007). Elías había dicho: “Estoy muy agradecido a Huelva y se lo pagaré trabajando por ella”. Y ha cumplido su palabra. Así, realizó el Monumento a la Inmaculada, después consiguió el de Mr. Adam, más tarde, firmará el de la Virgen del Rocío…
Acertó el Ayuntamiento en el encargo. Y es que el rocianero se apropió y captó como ninguno, el espíritu de la época para reflejarlo en un Mr. Adam que exhibe un copioso bigote y unos rasgos bondadosos que proclaman que dedica su tiempo en promocionar el deporte y ser miembro fundador de una empresa que permita utilizar el mayor número posible de brazos.
Como colofón sentimental, añadamos que al acto inaugural asistieron los nietos y biznieta del primer eslabón presidencial del fútbol español.
Como remate o culminación a esta Historia Menuda, detengámonos unos instantes y presentémosle al que le cupo el honor de ser el primer Presidente de un Club de fútbol español: Mr. Carlos W. Adam.
Carlos W. Adam nació en Aisley (Escocia) el día 31 de octubre de 1848. De clara inteligencia estudia con notable aprovechamiento hasta que obtiene el título de Ingeniero. Pronto The Gas Company Huelva descubre su valer y lo desplaza a esta ciudad para que ostentase la representación de su Compañía en la misma, que, a través del contrato firmado en 1879, estaba sustituyendo al alumbrado de petróleo por el de gas.. Así pues, Adam se traslada en la citada fecha a la bella Sirena del Atlántico en compañía de su esposa, María Soller, nacida en Tolli Pelthe (Italia) el día 1 de enero de 1858. Y en Huelva nacerían todos sus hijos; Roberto, el 4 de julio de 1882 y casado en la primera quincena de abril de 1912, con Rosario García Pérez, hija del entonces alcalde de Huelva, don Francisco de P. García Ortiz; Flora, el 3 de marzo de 1884; María, el 4 de diciembre de 1890; Isabel, el 25 de enero de 1893 y Juan, el 23 de mayo de 1895. Así pues, el primer prócer ilustre del balompié español vivía de la dirección de la Fábrica de Gas asentada en Huelva (ocupaba el espacio inmediato a donde en la actualidad se levanta la Plaza de Toros de la Merced) y de las rentas que le producían las fincas de Escocia heredadas del padre. Trabajaba mucho y a pesar de su numerosa prole podía permitirse el lujo de entregar todas sus horas libres al Club de sus amores.
Hombre de avanzadas miras, el día 15 de agosto de 1890, viendo la inminente llegada de la electricidad como fuente lumínica, presenta escrito al Ayuntamiento pretendiendo hacer valer que fuera el suministrador de gas para el alumbrado desde 1880:

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Adam fue un excelente deportista. Las noticias aparecidas en el diario “La Provincia” nos hacen saber que fue magnífico jugador de críquet, de lanw-tennis…y entusiasta seguidor de todo lo que fuese actividad deportiva.
Residía en una casa espléndida sita en la calle Colón, y los diarios onubenses de la época nos describen a don Carlos como un auténtico gentleman inglés, serio, respetuoso y muy amante de las tradiciones de sus mayores y de los hábitos de vida onubenses. No en vano, sus cinco hijos habían nacido en Huelva…
Los méritos más destacados de Mr. Adam en las importantes funciones que realizó al frente del Huelva Recreation Club fueron su decidida actitud en concertar partidos con otras entidades, practicar y promocionar todo tipo de deportes y en el que el Club tuviera un campo de deportes, donde se podría jugar preferentemente al foot-ball, ya que si bien es cierto que desde los primeros instantes los ingleses, tanto en Riotinto como en Huelva, practicaron todo tipo de deportes, el balompié era el sport de su preferencia. Curiosamente, los huelvanos se inclinaban por el críquet, porque lo consideraban menos violento.
El primer trámite quedó resuelto, de forma inmediata, al jugar el Club en el campo de la Fábrica de Gas, instalaciones cedidas gentilmente por Mr. Adam, contra una selección compuesta por tripulantes de los diferentes vapores anclados en nuestro puerto. Fue un partido amistoso, en el que no se acataban las normas del juego. Ganaron los locales por tres goles a uno y se sabe que como goal-keeper jugaron Wakelin y Crump, Smith, Daniels, Guillermo Alcock, Birchall y Nickolson.
Carlos Adam, como gustaba que se le llamara, atravesó la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América con gran dignidad para el Club Decano, siendo sustituido en la presidencia del Recreativo el 29 de noviembre de 1896 por el doctor William Alexander Mackay, miembro de la directiva del Seamen’s Club Institute.
Mr. Adam debió fallecer en los primeros años del siglo XX. Sabemos que la familia continuó en Huelva. Así, -según “La Provincia”- su hija María contrajo matrimonio el 3 de abril de 1918, con Mr. G. Saus, jefe de Vías y Obras del Ferrocarril de Zafra a Huelva, en el consulado británico sito en Sevilla. Ya en la citada datación era leyenda deportiva en nuestra ciudad.


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miércoles, 12 de agosto de 2009

Juan Gil Zamora





Juan Gil Zamora, fundador de la Hermandad de Emigrantes
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No es una cosa frecuente en los historiadores dedicar a un amigo, merézcalo o no sus méritos, dedicarle una página que en numerosas ocasiones ha aplicado a los de fuera. Y cuanto más el amigo lo merece, más suele dejársele en desarrollo y crecimiento espontáneo, sin duda por la creencia en que todos coincidimos que le basta a cada uno con lo que tiene.
Hoy esa mala costumbre se rompe, por mi parte, para elevar en el punto de admiración que merece, a un hombre que ha sabido, por su obra admirable, conquistarse una figura preeminente en el mundo rociero huelvano. Quiero hablar de Juan Gil Zamora, hombre a quien el Destino dio, en su hora, todos los elementos morales y materiales para que se hiciese gozosa realidad la fundación de la gloriosa Hermandad rociera de Emigrantes.



Y en verdad que lo tengo difícil, ya que hace años escribí la primera etapa histórica de la citada Hermandad en un libro titulado “Raíces de la Hermandad de Emigrantes” y en ella, con toda justicia, vertía sus datos biográficos con cierta prolijidad. Por ello, sólo nos vamos a referir en esta oportunidad a algunos datos esenciales de su vida impregnada toda ella de un incontrolable amor al prójimo.
Juan Gil Zamora nació en nuestra ciudad el día 7 de marzo de 1933. Su paso por el colegio es un dédalo de centros, como el que regentaba don Juan Domínguez; el C. P. “Manuel Siurot” y el llamado popularmente Colegio de los Ferroviarios, para terminar, después de trabajar tres meses en un taller, en el Colegio Estudios Politécnicos “Madre de Dios”, en donde fue tan eficaz colaborador del Padre Laraña en su labor de apostolado social por los “Chorritos”, “Muro de Santa Lucía”, la “Fuente Vieja” que le pusieron el remoquete de “Juanito Laraña”. En aquella brega constante en pro de los muy humildes, eran tan numerosos los niños de los suburbios que ayudaban que, en ocasiones, tenía que bautizar de una vez, en calidad de padrino, a cinco y seis niños.
Cuando terminó sus estudios en este Centro ya era un excelente mecánico.
El 7 de septiembre de 1961, se arrancó Juan Gil de la tierra nativa y subió al tren. Su destino era las minas de carbón de Repelen (Alemania). Allí, engalanado por las flores del ingenio y simpatía andaluces, tejió una intensa vida social entre todos los españoles allí y en poblaciones cercanas residentes. Con el tiempo, se trasladó a Bocholt, ciudad en donde con persistente esfuerzo y tenacidad digna de encomio encauza sus energías e impulsos en la concreción de un ideal para honor de la Virgen del Rocío: la fundación de la Hermandad de Emigrantes, cuyos pormenores están detallados en el libro supraindicado. Hemos de añadir, que en una abdicación exenta de protagonismo, desde 1970 a 1987 fue Secretario de la Hermandad de sus amores, etapa feliz para ésta, ya que en ella se realizaron muchas obras sociales y se levantaron las viviendas que se citarán más tarde.
Con la finalidad de que se conozca hasta dónde llega la energía y el amor a Huelva de Juan Gil Zamora, vamos a traer a colación algunos de sus múltiples logros que así los revelan:
Al margen de la fundación de la Hermandad, en Alemania Juan Gil fue eslabón idóneo entre las autoridades germanas y los trabajadores españoles. Conozcamos sus cuitas: Cuando llegó él a Bocholt, se encontró que la mayoría de las fábricas tenían las máquinas paradas por falta de personal. Juan contactó con una venezolana que desempeñaba el cargo de gerente de una empresa y ésta vio que a través de Juan podría encontrar esa mano de obra. Reunió a todos los dueños de las diversas fábricas en un gran salón y éstos le dijeron: “Si nos ayudas, colaboraremos con los españoles y todos saldremos ganando”. Juan les pidió una gran casa para hacer un centro social, ya que así tendrían los españoles una gran unión y podrían hacer las cosas con mayor eficacia.
La labor entre la venezolana y el onubense fue común, fraternal, por prodigio maravilloso de dos ingenios que nacieron con el mismo espíritu de servicio para sus semejantes. Juan vino a Huelva a por personal y se extendió la publicidad de que en Bocholt había trabajo. Hasta tal punto llegó la cooperación entre ambas partes que el jefe de policía se comprometió con los dueños de las fábricas en que todo personal que Juan mandara a la policía, ésta le ponía un sello al pasaporte y podía trabajar sin más impedimentos. Este logro fue importante, ya que antes no se podía trabajar en Alemania sin un contrato de trabajo firmado en España. En definitiva, que gracias a la altruista labor de Juan Gil centenares de españoles consiguieron trabajo en las tierras teutonas y las primeras noches éstos la pasaban en el hotelito o “Casa de España” cedido por los alemanes. Después, el propio Juan les buscaba la vivienda para que se pudieran trasladar las familias de los trabajadores a Alemania.
En los inicios de los años setenta, las cosas pintaban muy mal para una Cooperativa “Parque de la Luz” de inversores que trataban de tener su propia vivienda:
Sus máximos representantes realizaron un desfalco de catorce millones de aquellas pesetas y las obras quedaron paralizadas. Se trató de aquel grave asunto con el Gobernador y éste le dijo a Juan Gil que buscar la forma de que él fuese elegido presidente para que, en franca cooperación con él, consiguiesen que la Cooperativa lograra sus propósitos. Pudo salir el proyecto adelante y se consiguió que se terminaran las 264 viviendas, más los locales comerciales. Además, en un espacio destinado para que se levantase un colegio (que el Ayuntamiento no llegó a realizarlo) se construyó un enorme garaje con capacidad para doscientos coches. En este sentido, nuestro biografiado fue Administrador de las 96 viviendas llamadas “Casas del Obispo”, hasta que se firmaron las escrituras de las mismas. También, en la calle Dulce Nombre de María, mandó que se construyeran cerca de un centenar de viviendas para emigrantes retornados, otras 56 en la Plaza de los Dolores…
En los años setenta, el Colegio “José Antonio” (más tarde, “Juvenal de Vega y Relea”) no tenía A. P. A. Y como fuesen alumnos del citado centro los hijos de Juan Gil, éste trató con el director, Aurelio de Vega Zamora, que se encauzasen los pasos para que llegara a tenerlo. Con mucha fe, ambos hombres lograron constituir el A. P. A. que dio un resultado maravilloso, ya que se consiguió una simbiosis entre los profesores y los padres de los alumnos y se realizaron cosas muy simpáticas (celebración de la fiesta de los Reyes Magos, veladas teatrales infantiles, etc.) en beneficio de todos.
Otro logro de Juan Gil fue la consecución de la Guardería Infantil del “Chorrito Alto”. Así, con su verbo cálido pudo conseguir que las mismas personas que vivían en el citado lugar se concienciasen que era de gran necesidad para la educación de sus niños tener una Guardería. Y el “Chorrito” se convirtió en un movedizo enjambre de vecinos: unos bajaban los materiales, Juan Gil los buscaba y los situaba arriba del cabezo y las mujeres y los niños los acarreaban (así como el agua que se traía del Parque “Moret”) para dejarlos a pie de construcción. Y aquellos vecinos que trabajaban de albañiles comenzaron a levantar la llamada “Choza Mayor” del “Chorrito”. Podemos añadir que Juan hizo las gestiones para que el ingeniero de la Junta de Obras del Puerto, su amigo, consiguiese que ésta le cediese las vigas para la choza.
Entre la maraña de bloques de altas viviendas que conformaban la que en tiempos pasados se llamó Barriada del Caudillo, se abre, asentada en la que fuera la fértil y extensa Huerta de Mena (1), súbitamente, un claro en el que yergue a los cielos la escuálida figura de una Cruz que llama poderosamente la atención y hace que detengamos nuestros pasos presurosos. A pesar de su humildad, la calle Alonso de Palos no nos engaña. Ella es uno de los espejos de la barriada de la Isla Chica. La llena una Cruz que, como por arte de magia, en los meses de mayo, inunda de alegría todo el contorno en las fiestas de las Cruces en las que participan sus abigarrados vecinos cantando interminables sevillanas. Fiestas, en fin, de arte, de emoción y de buen gusto.
Sabemos que Juan Gil Zamora la plantó allí, hincándola como lanza altanera a unos metros de la bien nombrada Avenida Alcalde Federico Molina Orta. Qué acierto, qué bella idea tuvo en elevar esta Cruz en sitio tan especial. Allí, azulejos, hierros forjados y flores funden en el espíritu embriagado por tanta belleza una divina sinfonía de luz. Los artífices de la sevillana Fábrica de cerámica “Santa Ana”, hicieron surgir del barro los reflejos bellos de los azulejos que representan los escudos de Huelva, el Monasterio de la Rábida, el Santuario de la Cinta, la Fontanilla y las imágenes de Nuestra Señora del Rocío y de la Patrona de Huelva. Sin duda, estos artífices estaban dotados de sensibilidad y espiritualidad especial.
Además, Juan Gil Zamora quiso rendir pleitesía a nuestra ciudad fijando blasonados escudos de pretéritos tiempos de la muy noble y leal Villa de Huelva. Así pues, todos los detalles artísticos del Monumento proclaman el amor del benefactor a la Bella Sirena del Atlántico. La primavera, con sus flores, viene siempre en mayo a colaborar con estos azulejos y herrajes. Hierros, flores, azulejos, luz, gracia... todo pierde su forma en el ambiente. Todo parece vibrar, proyectar sobre el alma del transeúnte rayos de amor. La Cruz de la Alegría, regalo de Juan Gil Zamora a la ciudad de Huelva, fue inaugurada el 30 de abril de 1991.
También, a sus expensas, se levantó el monumento en honor de San Francisco de Asís que se eleva en la Barriada Pérez Cubillas, y Juan Gil ha presidido, a lo largo de décadas, la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, ha levantado una Residencia para animales, ha construido un Cementerio para perros, ha instituido la bendición anual de los animales en la iglesia de San Francisco de Asís... En definitiva, en la Sociedad que él fundara ha realizado una labor dilatada y encomiable.


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jueves, 6 de agosto de 2009

Las Niñas de la Manola







Historia de “Las Niñas de la Manola”.
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Cada año, cuando mayo culminaba en todo su esplendor y se convertía en égloga, cuando las noches eran tibias y suaves y estaban impregnadas de aroma de romero y jara y, sobre todo, de devoción y amor al Lirio de la Marisma, sobre el albero tapiz del camino que conducía al Rocío, destacaban las siluetas de hermosos alazanes enjaezados y dominados por avezados jinetes y de las simpáticas carretas saltarinas. En una de ellas, cinco mujeres de Huelva, Cinta, Isabel, Marí Carmen, Manoli y Ana, componentes de un grupo que se llamaba “Peña Rociera “La Manola”, auténtico bouquet de flores, animosas, rocieras, cantaban y bailaban sevillanas porque así también se rinde pleitesía a la Virgen del Rocío. Un día se acercó a la fémina reunión Juanini, del grupo de “Los Marismeños” y tras escucharlas les dijo: “Tenéis que grabar, vuestras voces suenan muy bien”. Ellas no echaron cuenta de las palabras del “marismeño” y los meses fueron pasando.




Un buen día de la Semana Santa de 1984, cuando las amigas estaban blanqueando su casa del Rocío, llegó impetuoso Juanini y dijo: “Niñas, ya está todo preparado para que en octubre vayáis a Madrid y grabéis”. Y así comenzó todo.
En este punto, tenemos que hacer hincapié que el grupo que historiamos nació al amparo del primer Coro que tuvo la Hermandad del Rocío de Huelva, cuya dirección la desempeñaba ese gran profesional llamado Onofre López. Las voces de este Coro eran 14 ó 15 y “Las Niñas de la Manola” se separaron del mismo para formar un conjunto propio. No obstante, siguieron cantándole a la Virgen en todos los actos que fuesen necesarios.
Llegó la fecha prevista y la grabación del disco de sevillanas, en la Casa “Hispavox”, las obligó a presentar el disco y a realizar diversas actuaciones de las que salieron triunfantes, ya que sus voces eran buenas y estaban muy conjuntadas. Más tarde, grabarían en las Casas “BBCA”, “Récord”… hasta un total de 5 discos, todos de sevillanas, el último editado en 1991, con arreglos de Parejo Obregón
Era curioso, pero ninguna tenía antecedentes musicales; a lo más, una de ellas, era sobrina de Tuly Fernández que fuera en una tournée con la inolvidable “Niña de Huelva”. En esta primera etapa del grupo, su repertorio estaba compuesto en su totalidad por sevillanas y llevaban dos guitarras, un tambor, la pandereta y palillos. A pesar de que las letras de sus sevillanas tenían sentido, gracia y alma, que emocionaban por estar dedicadas a la Virgen del Rocío, cuando llevó la representación del conjunto Manolo Rubio, tuvieron que añadir pasodobles (entre ellos uno confeccionado por Pepe Roca, titulado “Cinco voces cantaoras”, que era realmente precioso), y fueron acompañadas por una orquesta. Con el transcurrir del tiempo, añadieron a su repertorio rumbas y fandanguitos en sus actuaciones.
El nombre del grupo surgió popularmente. El público comenzó a llamarlo
“Las Niñas de la Manola”, porque iban al Rocío en una manola (coche de caballos).
Un día le preguntaron a Juanini: “¿Qué nombre artístico nos vamos a poner?”.
El marismeño exclamó con su habitual simpatía: “Pues “Las Niñas de la Manola”
que es como os conocen”.
En este punto conviene que dejemos paso a la anécdota. Así, en Madrid les
preguntaban que cuál de ellas era la madre de las niñas. Las suponían hermanas y
que su madre se llamaba Manola.
Las letras de sus canciones las componían para ellas auténticos poetas, que
aportaban óptimos temas, nuevos metros, nuevos aires musicales… Ellas, elegían las
que les gustaban eliminando las otras. Entre los trovadores citemos a Paco Millán,
Eduardo Fernández Jurado, Juan Díaz (integrante del grupo “Los Romeros de la
Puebla”), Feliciano Pérez…
La calidad de las sevillanas que interpretaban “Las Niñas de la Manola” era tan proverbial que títulos como “Cinta y Rocío”, “Rociero del mañana”, “Esa gente de los carros”, “Alegría en la senda” y “Huelva por los caminos”, siguen jaleándose todavía en el peregrinar anual hacia la aldea inmortal o en reuniones de amigos.
El éxito meteórico del grupo desbordó todas las previsiones de las mismas
integrantes del posiblemente único grupo en su género formado en su totalidad por mujeres.
Se puede decir que durante su trayectoria actuaron incontables veces recorriendo miles y miles de kilómetros, dentro y fuera de Andalucía, ellas, en los coches, y los músicos en la furgoneta con el equipo musical y el equipaje de ellas. Así, pisaron los escenarios de Málaga (, Sevilla, Madrid y sus pueblos, Ciudad Real, Cádiz y algunos pueblos de esta provincia (en La Línea de la Concepción fueron madrinas de “Sevillanísimas-86”), Zaragoza, Galicia, Sur de Portugal… En ocasiones, pasaban los apuros que conllevan tanto viaje: se averiaba algún coche o la furgoneta y se quedaban “tirados” en la carretera.
En Madrid actuaron muchas veces en la Sala de Fiesta “Al Andalus”. Tenían un público tan fiel que iban a verlas actuar todos los días. En esta capital, fueron partícipes de muchas fiestas flamencas privadas.
En su patria chica fueron numerosas sus actuaciones: en las Casetas de las Fiestas Colombinas (caseta de “Los Marismeños”, en una oportunidad tomaron su actuación las cámaras de Canal Sur para ofrecérsela a Andalucía) y Velada de la Cinta; en los “Gazpachos” y “Calderetas” rocieros; en salas de fiestas como “Piranchelo” (donde presentaron su L. P. “Sevillanas, 86”), en el Gran Teatro. En el barrio de las gallinas, entrada inmediata al Rocío, se tomó por costumbre que “Las Niñas de la Manola” le cantaran al Simpecado y los sucesivos Hermanos Mayores les volvían el Simpecado para que le cantaran… También actuaron en los estudios de Canal Sur Televisión, cuando se situaban en el Paseo Colón. Es relevante añadir que algunas de sus actuaciones fueron gratuitas, al considerar el conjunto que el colectivo organizador del acto o la finalidad del mismo merecían la pena. Como curiosidad, añadamos que el 12 de abril de 1985 se debía celebrar un festival flamenco en el Polideportivo “Andrés Estrada”, bajo el patrocinio del Gobierno Civil y el Ayuntamiento de Huelva, en un espectáculo netamente huelvano denominado “El arte en primavera”, donde estaban anunciadas las actuaciones de “Los Marismeños”, “Blanca Villa”, “Las Niñas de la Manola”, Teresa Real, “Requiebros” y Paco Toronjo. A ultimísima hora fue suspendido, celebrándose semanas más tarde. Su finalidad era encomiable: recaudar fondos para que se hiciese gozosa realidad la construcción de la nueva sede que en la actualidad se levanta en la Avenida de Andalucía.
Pese a esta intensa actividad artística, “Las Niñas de la Manola” mantuvieron sus empleos, buscando los huecos para ensayar, grabar y desplazarse a las diversas localidades en donde se exigían su presencia para actuar. Y es que para bien o para mal, las componentes de este grupo nunca se dedicaron profesionalmente a la música. Y este fue el motivo primordial por el que el grupo cesó en su actividad: Era muy difícil trabajar y actuar al mismo tiempo. Así, salían del trabajo a las siete de la tarde y se desplazaban a actuar a Málaga, actuaban y, sin el menor descanso, marchaban a nuestra ciudad para reintegrarse a sus puestos de trabajo a las ocho de la mañana. También ocurría que a mediados de la década de los noventa se produjo una decadencia en las sevillanas. Así, “Los Marismeños”, “Los Romeros de la Puebla” y otros grupos profesionales debían aceptar, para seguir adelante, los contratos que les surgieran. A ellas les surgían contratos desde todos los puntos de España y le decían a Manolo Rubio que no podían ir a cumplimentarlos, ya que no podían solicitar más permisos en sus empresas. Y, casi imperceptiblemente, fueron dejando el mundo de la farándula sin que representara para ellas un drama. Por cierto, la última actuación que celebró el grupo fue cuando salió designada Hermana Mayor de la Hermandad del Rocío de Huelva, en 1996, una de ellas, María del Carmen. Después, le surgieron varias actuaciones pero no quisieron actuar en ningún sitio.
Alegría, belleza, canciones de devoción y de alabanza a la Virgen del Rocío, letras que pellizcan el alma, fina manzanilla, farolillos, arena, romería, guitarra y baile, en definitiva, amables lectores, “Las Niñas de la Manola” y ¡Olé!

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viernes, 19 de junio de 2009

Historia del Monumento a los Cantes





Historia del Monumento a los Cantes
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Increíble parecía que el propósito de erigir un grandioso monumento a los Cantes fuera el asunto que preferentemente preocupara a Huelva. y así era: desde hacía semanas puede decirse que muchos de los aficionados huelvanos al flamenco no pensaban en otra cosa.
La idea surgió en un programa, dedicado al arte que cultivaba Manolo Caracol, que emitía Radio Andalucía y estaba dirigido por Pepe Sollo. En el espacio intervenían Antonio Toscano, Miguel Lérida y el paternino, Cristóbal Domínguez García, a la sazón diputado. En un momento de efervescencia flamenca, surgió la idea de hacer algo por el cante jondo. Cristóbal pensó en nominar varias calles con diversos cantes y le dijeron que existían calles con tales nombres. De inmediato se le ocurrió al mismo Cristóbal de hacerle un homenaje a los Cantes de Huelva, en abril de 1984 presentó una moción que fue aprobada por absoluta mayoría con el detalle curioso de que se aprobó por unanimidad en su ausencia, ya que él estaba en la Campaña de las elecciones catalanas con Antonio Hernández Mancha. Aunque sólo fuese en el pensamiento de los que lo apoyaban, el monumento comenzaba a convertirse en una tangible realidad.

En mayo de 1984, se decía en el diario “Huelva Información”:

<<…Sólo Paterna de Ribera tiene erigido un monumento al que considera su propio cante: la petenera y, aún así, y a pesar de la amplia documentación existente, hay quienes ponen en tela de juicio tal aseveración. Sin embargo, mientras que no se demuestre lo contrario, ahí está la Petenera y su monumento en Paterna de la Ribera, gracias a la valiente iniciativa de los flamencos del bonito pueblo gaditano.
Le corresponde ahora a Huelva levantar un monumento a sus cantes, a su fandango. Pues, naturalmente sí. Primero porque el fandango propiamente dicho, es la materia prima o primera materia para las labores de la industria o fabricación de los cantes de Levante, Málaga y Granada. Segundo, porque no existe en la geografía flamenca lugar más fértil para el fandango, que el mar, el llano y la sierra de esta Huelva. Por tanto si el aire es materia del viento, Huelva y sus fandangos son materia de una muy importante rama en el tronco del árbol genealógico de los cantes, y eso está ahí, y no lo puede negar nadie. Esa realidad la vamos a perpetuar en piedra y en bronce todos; absolutamente todos los flamencos de la provincia, uniéndonos en entusiasmo y unánime acuerdo de nuestros jóvenes políticos receptores de la idea. Gran categoría la de ellos, que han sabido captar la parte positiva y hermosa de la singular parcela cultural que para Huelva representa sus cantes…>>.

Y llevaba más razón que un santo el columnista del citado diario, ya que Huelva llevaba varios siglos sosteniendo la tradición de sus cantes y se hundiría antes que desmentirse. Nuestra ciudad era la misma que vemos ahora, en algunos aspectos, que aquélla de la los tiempos decimonónicos: eran los mismos ríos los que corren ahora delante de nuestros ojos y aunque el derribo y el alza de edificios han dado paso a la modernidad, seguía siendo la ciudad edificada entre cabezos y flamenca por naturaleza.
La reunión constitutiva de la Comisión gestora que habría de convocar públicamente las bases del concurso sobre bocetos, proyectos y presupuestos de posibles lugares de emplazamiento del monumento, quedó fijada el martes 15 del citado mes y año, en la Diputación Provincial. Aunque ya, en el citado programa de Radio “Andalucía” la tertulia flamenca había llegado al acuerdo de que “el lugar idóneo -continuaba informando el columnista- para la ubicación del mismo puede ser la antesala de la antigua Plaza del Punto, sobre ese triángulo de césped que separa la Gran Vía de la avenida de Italia. Es, sin duda, el lugar de Huelva más visible para propios y extraños y uno de los más flamencos, ya que ahí justo estuvo instalado el quiosco de Paco Isidro, de tan grato recuerdo para los viejos aficionados”.
Y en aquel magno tejemaneje del homenaje intervinieron no solamente las gentes del flamenco, sino los profesionales de los medios de comunicación (el director y comentarista flamenco de Radio “Andalucía”, Roberto Bacigalupe y Pepe Sollo, respectivamente), los representantes de las peñas flamencas de Huelva y provincia, la concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Huelva (Oliva Tornero) patroneados por Petronila Guerrero, la vicepresidenta de la Corporación Provincial.
Esta reunión no fue multitudinaria, ya que un error en la convocatoria que no pudo ser subsanado a última hora impidió que asistieran los representantes de todas las Peñas flamencas onubenses.
No obstante, quedó bien patente el deseo de que el monumento se debiera construir, ya que los cantes de la tierra tenían bien merecido ese homenaje, aunque algunos discreparan de cómo se iba a financiar, señalando a modo de resumen Petronila Guerrero que había que poner en marcha la imaginación y sacar el dinero hasta de las piedras.
Y cumplió con su palabra doña Petronila: un año de sacrificios, de lucha, de esfuerzo. Un avance de cada día sobre en la anterior en la elevación del monumento. Ni un instante de desmayo en su aspiración de contar con un importante símbolo de Huelva. Primero la augusta prez del trabajo diario, después la satisfacción de aumentar la estatuaria de su ciudad. Siempre el hidalgo esfuerzo de la política inspirando actos y palabras. Mientras, en Aracena, el escultor afinaba su gubia y su espíritu para seguir acrecentando su prestigio con aquel reto artístico.
La jornada del día 21 de septiembre de 1985 fue gloriosa para el flamenco huelvano: Se clausuraba el Congreso de actividades flamencas que con tanta brillantez se había celebrado en Huelva; en la avenida de Andalucía fue colocada la primera piedra de la nueva sede de la Peña Flamenca de Huelva, tras ser bendecida por el sacerdote Antonio Bueno y se inauguraba el Monumento a los Cantes de Huelva.
Apoyémonos en el reportero del diario “Huelva Información” y conozcamos cómo se desarrolló la ceremonia inaugural:

<<…Al mediodía había sido inaugurado en la Plaza del Punto, de Huelva, el monumento a los cantes de Huelva que ha sido financiado por la Diputación y el Ayuntamiento. En el acto hablaron el presidente del organismo provincial, Manuel Pérez Romero y el autor de la obra, el aracenés José Noja, asistiendo el Consejero de Política Territorial, Jaime Montaner, y diversas personalidades civiles y militares de la provincia…>>.

Frente a la prócer Casa Colón, en una plaza no amplia pero sí limpia, a la vera de unos árboles que lo ensombrecen, contenidos en un pequeño jardín, se alza el Monumento a los Cantes de Huelva.
El pedestal donde descansa la figura del aracenés es un ancho bloque de granito, severo y austero, digno de que sobre él se asiente la mole que nos ocupa.
Observamos que Pepe Noja soporta, pese a su concepto artístico vanguardista, el peso específico que siempre ha pesado sobre la escultura española el sentido monumental, italianizante, que sirvió de modelo en toda Europa durante el siglo XIX. Así, se advierte en el cantaor la actitud heroica, declamatoria, de un exagerado énfasis. Se diría que está sentado sobre un trono que indica, a las claras, la supremacía del fandango sobre cualquier otro estilo de cante. El resto del monumento se sitúa en la senda de lo puramente simbólico. De esta forma, se adivina la silla donde sientan sus reales el cantaor, el guitarrista y el dulce instrumento de éste último

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miércoles, 22 de abril de 2009

la Huelva Visigoda.



La Huelva visigoda
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De la mano de Plinio, los godos entran en la historia sobre los años setenta de nuestra Era, y un poco más tarde Tácito los vuelve a nombrar al referirse a los “gotones”, pueblo ignoto, que se detuvo, según los historiadores Jordanes y Casiodoro, junto a los muros de la Dacia del emperador romano Gordiano. Pasan los siglos, y desde fines del siglo III hasta las excursiones de los vándalos de Genserico en el siglo V el centro de gravedad económico y urbano se polariza en torno a los núcleos de Ilipla (Niebla), erigida en sede episcopal, de cuyos obispos sobresale, por dilatado gobierno, Vincomalos (1) “nombrado obispo en 466, a los 42 años de edad y fallecido en el 509, a los 85 años, después de un largo obispado de 43 años…”, y Tucci (Tejada la Vieja, que estaban en el eje de comunicación con la Lusitania (eje Mérida-Itálica). Esta opinión es generalizada. Así, el arquitecto Alejandro Herreros, nos dice:


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De este mismo parecer es Amador de los Ríos, quien en la página 81 de su obra “Huelva”, fechada en 1891, vierte lo siguiente:

<<…cobrando entonces inusitado prestigio en cambio la fortificada Illipula, de que hicieron Ilipla los españoles, erigiéndola en sede episcopal, y una de las once que figuraron en la Bética hasta la invasión muslímica, y aún hubo de perpetuarse en los tiempos posteriores hasta el siglo XII.
No existen en nuestros días testimonios que acrediten la presencia de los imperiales en la ciudad de Huelva, ni es dable ya por las reliquias conservadas en la moderna Niebla, venir en perfecto conocimiento de lo que hubo de ser la Elepla visigoda…>>.

Y la Onuba Aestuaria de los romanos, a pesar de su excelente puerto natural, queda un tanto desplazada, y no tiene la importancia de Gades, Hispalis, Córdoba y Mérida y la próxima Itálica.
Onuba fue destruida en las guerras surgidas entre los autóctonos y el citado pueblo bárbaro que invadió Andalucía. De este mismo parecer es Juan Agustín de Mora Negro y Garrocho, de quien son los siguientes párrafos:

<<…de las naciones bárbaras que sucedieron a los romanos, silingos, vándalos, suevos, alanos y godos, aún tenemos menos noticias de si conservaron a Onoba o la destruyeron. A esto segundo me inclino más por no encontrarse en Huelva rastro ninguno de estas gentes ni memoria de su Historia…>>.

También es posible que nuestra ciudad continuara habitada por una pequeña población que no dejara rastro por su escasa importancia y los humildes edificios que en ella se levantaba y porque, en ocasiones, en los trabajos arqueológicos se encuentran materiales de construcción y creemos (2) que son romanos cuando, en realidad, podrían ser o son visigodos, ya que la técnica que seguían éstos en la fabricación de ladrillos, en los métodos de construcción de edificios y en el trabajo de los calados, cabujones, crismones de hierro o bronce y otras piezas eran propiamente romana.
Después, la provincia sufrió las correrías del suevo Rakhila (441-448) que atacó a los romanos y visigodos (godos del Oeste o godos sabios) de Lusitania (Portugal), llegando, al parecer, a la extensa zona Bética (Valle del Guadiana), causándoles graves derrotas.
A pesar de que algunos historiadores estiman de que Huelva, o parte de la provincia, perteneció en esta época al imperio griego bizantino gobernado por Justiniano, ya que -aseguran-los bizantinos tuvieron durante un espacio aproximado de setenta años un área conquistada que ocupaba todo el Sur de Portugal (Algarve), hasta la fecha no existen testimonios que acrediten la presencia de los imperiales en la ciudad y provincia de Huelva. Del primer parecer es el historiador Antonio González Gómez, quien en la obra “Huelva y su provincia” (Tomo III) nos dice:

<<…Las tropas bizantinas entraron en el Algarve y en Andalucía –asentándose en la franja que va desde Medina Sidonia a Denia –como aliadas del partido del nuevo monarca Atanagildo (551-567). Los bizantinos derrotaron a Agila y durante setenta y tres años controlaron el citado territorio andaluz y algarbio, gracias a la alianza entre el Imperio Romano y la aristocracia bética, y al apoyo que encontraron entre los mercaderes de las ciudades, que de esta manera se insertaban en el circuito del comercio oriental. De esta forma, la actual provincia de Huelva se convertía, durante cierto tiempo, en un espacio fronterizo entre bizantinos y visigodos…>>.

Décadas de oscurantismo político para la urbe onubense, que paulatinamente va incrementando su población que alcanzaría, a lo máximo, varios cientos de personas cuando alboreaba el siglo VIII., fecha en que los mahometanos asentarían sus reales en esta ciudad.
En el año 711, los árabes audaces, consecuentes con sus creencias y fieles a la promesa de ayuda que le hicieran al Conde don Julián frente al rey visigodo don Rodrigo, pasaron el Estrecho al mando de Tarif Ziyad y descubrieron la debilidad del país que dominaban los visigodos. Poco después, en sucesivas oleadas, fueron conquistando todo el territorio que había constituido la Hispania romana.
Estos guerreros árabes de abigarrados turbantes, de blancos jaiques y de curvas cimitarras, en veloces corceles llegaron a Niebla, Ossonoba y Huelva, a la que llamaron Madina Welba, en el año 714. Estas tropas sarracenas conquistadoras iban al mando de Abd-al-Aziz, hijo de Musa, que abre el capítulo de la historia sarracena de España y por extensión de nuestra capital.


(1) Aportación del profesor Juan Aurelio Pérez Macías.
(2) Coincidencia en este punto del autor de esta Historia Menuda con el arqueólogo don Jesús Fernández Jurado.

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