jueves, 6 de noviembre de 2008

Huelva en la Guerra de Filipinas




La pérdida de las islas Filipinas y Huelva (I)
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Suele decirse de Cuba que “fue la última perla de la Corona de España”. Pero no es justo olvidar que en la misma fecha de su pérdida, 1898, también en las islas Filipinas dejó de ondear la bandera española.

Ya desde el inicio de la conquista por parte española de las islas Filipinas en el siglo XVI, los indígenas del archipiélago lucharon por su independencia. En 1878, los filipinos provocan duros levantamientos. En marzo de 1879, el gobierno español envía varios barcos al apostadero de Filipinas. En uno de ellos, iba un joven marino que intervendría en varias operaciones realizadas en aquel país asiático y que, con el transcurrir de las décadas, llegaría a Vicealmirante de la Armada española. Nos referimos a Honorio Cornejo y Carvajal, nacido en Zalamea la Real (Huelva) el 25 de noviembre de 1861. Su carrera militar siguió su curso. En octubre de 1889, se incorpora de nuevo al apostadero de Filipinas, donde, en febrero de 1890, ascendió a Teniente de Navío. Después de servir en diversos buques, le fue conferido el mando del cañonero “Samar”, regresando a la Península en marzo de 1893, por cumplido en campaña y enfermo. Pero no fue hasta cinco años más tarde, fecha en la que los filipinos hispanizados, al igual que otras colonias de Ultramar, consiguieron su objetivo tras la guerra con España y la protección de los Estados Unidos.
Antes de la guerra de finales del siglo XIX, Huelva había tenido diversas relaciones con las islas Filipinas. Así, en el Boletín Oficial del Estado del viernes 27 de diciembre de 1867, se daban las instrucciones referentes a la instalación de Junta de Partidos y Parroquiales para recolectar donativos a favor de las islas Filipinas y Puerto Rico. En efecto, en la sesión municipal del día 10 de enero del año siguiente (1) se creaban las Juntas de Partidos y Parroquiales, estas últimas serían presididas por un teniente de Alcalde, un sacerdote y varios señalados vecinos de la villa. Conozcamos la constitución de la Junta Parroquial de San Pedro: teniente de Alcalde, Luis Pérez, presidente; Diego Gómez Mora, cura de dicha parroquia y José María de la Corte y Enrique Pérez, vecinos de la misma. Por su parte, la Junta Parroquial de la Concepción estaba formada por el teniente de alcalde, José María Redondo –reputado líder carlista, añadimos nosotros-; presidente, Luis Ortega, cura de dicha parroquia, José María Pérez Barreda y Bernardino Mardoqui, vecinos de la misma. La Junta del Partido de Huelva la componían el alcalde de Huelva, José María López Ortiz, el Arcipreste Bene Pereira y Masa y los vecinos Francisco Carrión Rey, funcionario municipal y Francisco de Paula Monís, presbítero contribuyente.
En definitiva, el pueblo huelvano supo responder y cooperó con el resto de la Nación a aliviar los apuros de Filipinas y Puerto Rico.
Para mandar algún artículo o viajar en calidad de pasajero a las islas Filipinas, existían dos vías: la extranjera y la española. Cada inicio de año, la prensa local comunicaba todos los detalles de ambas rutas (2):

< La salida por la vía española es desde Barcelona los días 10 de cada mes y por tanto, de Huelva, tres fechas antes>>.

Otros nexos de nuestra ciudad con Filipinas eran las óptimas relaciones que en los años ochenta y noventa del siglo XIX tenían las Juntas de Obras del Puerto de Manila y Huelva. En este sentido, recordamos a José López Navarro, que vivió durante muchos años con su familia en Huelva, ejerciendo el cargo de Jefe de Obras Públicas de la Provincia. Solicitados sus servicios en Manila, en calidad de Ingeniero director de las Obras del Puerto de Manila, creó y fue jefe de una flotilla de vapores que recorrían el Pasig, canalizado para que tuvieran acceso a la laguna de Bay y transportara desde sus riberas materiales para aquella magnífica obra del puerto de Manila, al que supo engrandecer (3).
También eran frecuentes las visitas al puerto de Manila de una corbeta muy vinculada con nuestra ciudad, la “Aurora”, que participó, años más tarde, en los fastos que conmemoraban el IV Centenario del Descubrimiento de América. Asimismo, el gran autor teatral, Sebastián Alonso Gómez, nacido en la pinturera y choquera calle de las Monjas (más tarde, Burgos y Mazo y, en la actualidad, Tres de Agosto), nacido el 18 de agosto de 1862, nieto del célebre Gobernador Alonso, siendo muy joven marchó a las islas Filipinas donde ejerció, durante varios años, de empleado en unas oficinas.
El tabaco filipino era muy apreciado por su bondad económica y calidad en nuestra ciudad. Así, tras una etapa de escasez de este tabaco, “La Provincia” daba, el 24 de marzo de 1888, la buena noticia de que nuevamente se podía adquirir en los estancos:

< Los hay de todos precios; la elaboración es buena.
A algunos aficionados le hemos oído celebrar los nuevos paquetes de cigarrillos.
En breves y cigarrillos puros, el surtido es muy varío -por sesenta céntimos hay quien se fuma una “tranca” y echa más humo que una locomotora.
Los purillos de ocho céntimos es lo que nos parece muy exiguos>>.

El día 21 de agosto de 1896 estalló la insurrección y, nueve días más tarde, ocho provincias filipinas estaban sometidas a la ley marcial.
Esta guerra tuvo dos fases: en la primera se imponen las armas españolas. Así, el 17 de febrero de 1897, la batalla de Zapote fue un éxito para las fuerzas hispanas y un serio revés para las filipinas. Los meses siguientes vieron otros éxitos del ejército español. Las noticias llegaban a Huelva y se celebraban. Así, en “La Provincia” del sábado 18 de noviembre de 1897, se decía:

< La Banda de Música tocó durante un rato en la puerta del Ayuntamiento y en la del Gobierno Civil.
Durante toda la noche fue grande la animación y el bullicio en las calles>>.

Hasta tal punto se imponía el Ejército español que, en diciembre de 1897, y a cambio de unas anunciadas reformas y negociaciones serias sobre autonomía, se entregaron 800.000 pesos a los dirigentes nacionalistas (la mitad para el cabecilla Aguinaldo) y se le facilitó también un pasaporte para Hong Kong. Acompañaría a Aguinaldo y a 35 líderes el sobrino del general Primo de Rivera, el entonces teniente coronel Miguel Primo de Rivera, que se auparía en la cima de la Historia de España en 1923. Con esta jugada, nuestro país tenía opción de llegar a una solución política… pero perdió una oportunidad de oro. No obstante, todo parecía indicar que la paz estaba lograda. Así, en la revista huelvana “La Cruz Blanca”, número 23, fechada el 9 de febrero de 1898, se leía:

< Al acto asistieron representaciones de la Diputación, Ayuntamiento, Audiencia, Instituto, Escuela Normal, etc. Ofició el arcipreste García Viejo>>.

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